sábado, 5 de marzo de 2016

Antonio Arrúe Zarauz: Carlista y Euskaltzale

ANTONIO ARRÚE ZARAUZ, CARLISTA Y EUSKALTZALE

Agradecemos a don Alberto Ruiz de Galarreta las valiosas informaciones y correcciones a este artículo de homenaje.

Se cumple este año en XL aniversario de la muerte de un gran carlista y euskaltzle, Antonio Antxon Arrue Zarauz. Nacido en 1903 en el barrio Elizmendi de Asteasu, municipio cercano a Tolosa. Cuna, como tantos otros de Guipúzcoa de esforzados y destacados servidores de la Monarquía Hispánica[1]. Antonio y sus dos hermanas, Eleuteria y Dolores, se criaron en un ambiente profundamente católico. Estudió el Bachillerato en el colegio de Lecároz, dirigido por los capuchinos y posteriormente en la Universidad de Oviedo cursó la carrera de Derecho, con gran brillantez.
Caserío familiar de Arrúe

Su primera militancia política la hizo en el seno del integrismo, que tenía sus plazas fuertes precisamente en los distritos de Azpeitia y Tolosa. Su tío Anastasio Arrúe era el jefe de la junta integrista de Tolosa, y su otro tío Pedro Arrúe fue el tesorero. Antonio comenzó a finales de los veinte a colaborar con La Constancia, el periódico integrista de Guipúzcoa, escribiendo en su sección en vascuence. Juan de Olazábal Ramery, jefe integrista de la provincia, fue el gran artífice de la reincorporación a la Comunión Tradicionalista, no pidiendo condición alguna y entregando gratuitamente a la Editorial Tradicionalista de San Sebastián la propiedad del periódico El Siglo Futuro (que le había legado Ramón Nocedal); siendo nombrado miembro de la Junta Provincial de la Comunión, manteniendo el cargo hasta la fecha en que fue asesinado por los rojoseparatistas en la prisión de los Ángeles Custodios de Bilbao. Con el retorno de integristas y mellistas al seno de la Comunión Antxon Arrúe se empezó a destacar por toda Guipúzcoa como orador fogoso, contrario a la II República y a sus políticas laicistas, defensor de los Fueros y de los caseríos frente a la urbe y furibundo opositor al nacionalismo[2]. Nombrado secretario de la Junta carlista de Guipúzcoa trabaja desde ella en la preparación del alzamiento armado contra la república. Presidente de la Junta Carlista de Guerra de Guipúzcoa pronto se enfrentará al totalitarismo falangista que copó la llamada unificación, trabajando activamente al lado de Don Javier para restaurar la independencia de la Comunión Tradicionalista, con visitas por el frente y las zonas liberadas de Castilla y Andalucía, con las correspondientes multas y detenciones. Arrúe tuvo el honor de tomar juramento de los fueros del Señorío de Vizcaya a Don Javier ante el roble de Guernica, que anteriormente había sido puesto a salvo por un piquete de requetés mandado por Jaime del Burgo.
Euskalherria católica y foral

El desenlace de la guerra resulta desolador, con un carlismo en Guipúzcoa cansado de la dura campaña bélica y por ello acomodado al nuevo régimen, cuya confesionalidad católica apacigua reivindicaciones mayores, y muchos carlistas empiezan a ocupar alcaldías y puestos en la Diputación. No obstante Antonio Arrúe siempre rechazó cualquier puesto público y reúne a un pequeño grupo de colaboradores, entre los que destacará Ignacio Ruiz de la Prada Unceta, con los que apoya la política de Manuel Fal Conde y del propio Don Javier. Mientras tanto reabre su despacho profesional en San Sebastián, especializado en rentas rurales y herencias, y contrae matrimonio en 1941 con Teresa Salazar, natural de Tolosa. En uno de sus muchos enfrentamientos con falangistas (o rojos advenedizos que se habían puesto la camisa azul, pues con la Falange de Guipúzcoa de antes de la guerra Arrúe tenía buena relación, especialmente con el arquitecto José Manuel Aizpurúa, que como casi todos los militantes falangistas guipuzcoanos había sido asesinado o muerto en el frente[3]) es acusado de simpatizar con los aliados y por orden gubernativa es desterrado a Gijón.

En los cincuenta la represión se afloja mínimamente y se constituye una junta carlista semiclandestina, presidida por Antonio Arrúe, con Pablo Iturria e Ignacio Ruiz de la Prada Unceta de secretarios. Arrúe mantiene muy buenas relaciones con Fal, compartiendo la intransigencia en temas dinásticos, mientras que Fal compartida y apoyaba las acciones de Arrúe para promover la identidad vasca. La Junta de Guipúzcoa se enfrentará a la nueva política colaboracionista de Valiente y Zamanillo, esta Junta aspirará a agrupar a los carlistas vascongados y navarros y una estructura más o menos paralela de Junta de las Regiones para actuar con cierta autonomía. Como miembro nato de la nueva Junta de la Comunión también tuvo ocasión de mostrar sus desavenencias, que desembocaron en el nombramiento de José Aramburu como nuevo jefe de Guipúzcoa en 1962. Sin embargo Arrúe seguía gozando de un gran prestigio y autoridad moral. En este periodo se intensifica su colaboración con la Academia de Lengua Vasca y sigue hablando por toda Guipúzcoa. Por ejemplo el 15 de noviembre de 1965 en Azcoitia Ramón Baglietto y José Larrañaga –ambos serían asesinados en 1980 y 1984 respectivamente por la banda terrorista ETA- organizan una conferencia de Arrúe sobre “Carlos VII y la poesía popular vasca”, dictada en vascuence y con gran éxito de asistencia. En 26 de junio de 1960 también fue muy celebrada su intervención en Cegama en el homenaje al General Zumalacárregui junto a Francisco Elías de Tejada y Melchor Ferrer Dalmau. En 1964 su trayectoria profesional se ve reconocida con la concesión de la Orden del Mérito Civil.
Arrúe con Baroja y Caro Baroja, en 1955

A finales de 1967 Arrúe se presentó como carlista a elecciones semi-libres a Cortes por el Tercio Familiar, derrotando a los candidatos gubernamentales en Guipúzcoa. En 1969 se lanzó una campaña para restaurar el concierto económico, que contaba con el apoyo del presidente de la Diputación de Guipúzcoa, Juan María Araluce Villar[4] aunque la iniciativa quedó sólo en pequeñas alteraciones a la ley de abolición inicial, sin afectar a la parte sustantiva del texto. Arrúe se unió a los procuradores que, incapaces de conseguir una audición adecuada en la cámara, desarrollaron sesiones informales en todo el país; estas “Cortes trashumantes” fueron prohibidas por orden gubernamental en 1968. A principios de 1969, junto con los procuradores carlistas navarros José Ángel Zubiaur y Auxilio Goñi, Arrúe protestó por la expulsión de la Familia Real.

El 22 de julio de 1969 Arrúe registró el segundo de sus dos momentos más emotivos de su carrera política: en un proceso abierto, uno por uno, en las Cortes votó delante de Franco expresamente en contra de Juan Carlos como el futuro rey instaurado por el régimen. Paradójicamente, en ese momento él y los otros procuradores carlistas se estaban distanciado cada vez más, por el giro pro-democrático, de Carlos Hugo. Aunque cuando en 1970 Carlos Hugo estableció su Gabinete ideológico, Arrúe se unió a su comisión foral, permaneció en ella sólo hasta 1971, en el que la abandonó horrorizado, mostrando su tajante desavenencia con la escisión impulsada por Carlos Hugo, señalando que su traición era peor que la de Maroto. Nunca dejó de ser fiel a Don Javier, cuyo retrato siempre presidió su despacho. Junto a él decenas de miles de carlistas se alejaban de la escisión ideológica de Carlos Hugo, sus puestos los copaban advenedizos izquierdistas que instrumentalizaron el patrimonio y el prestigio del carlismo.

Su súbita muerte en noviembre de 1976 impidió una mayor implicación en la reconstrucción de la Comunión Tradicionalista, en la cual estaban comprometidos sus más cercanos colaboradores, como Ignacio Ruiz de la Prada.

XXX aniversario de la muerte de don Antonio Arrúe Zarauz


[1] Como Juan de Lagarrola, Capitán en Flandes y sargento mayor de la plaza militar de Fuenterrabía o José Antonio Larrumbide, Secretario de Estado de Gracia y Justicia con Fernando VII. También dio Asteasu grandes clérigos como Juan de Iturriata, Pedro de Iturrieta; o María de Urdinaran, mujer que vivió y murió con gran fama de santidad.
[2] Sin ser exhaustivos critica al nacionalismo en la inauguración del Círculo de Berastegui: http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0000552817&page=20  o en el acto del frontón Uremea, junto a Esteban Bilbao Eguía, Zamanillo y Hernando de Larramendi ante más de 15.000 carlistas
http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0001170525&page=3 http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0000569192&page=7
[4] Había sido requeté en la guerra y representante del carlismo acomodado en el nuevo régimen, pero siempre firme defensor de la foralidad vasca. Fue asesinado por ETA, junto a cuatro personas más, en octubre de 1976.

3 comentarios:

  1. ANTONIO ARRÚE ZARAUZ fue un gran defensor y dinamizador de la cultura y la lengua vasca, académico de número de Euskaltzaindia,Academia de la lengua vasca y directivo de la revista Egan y del consejo asesor del seminario "Julio Urquijo" de filología. Fue calificado en Gure Herria como el mejor orador euskérico en su época. Sus conferencias se han publicado en las revistas Egan, Euzko-Gogoa, Herria, Euskera, Zeruko Argia, El Fuerista, etc. Estudioso de la historia y la cultura vasca, publicó: Unificación de la lengua vasca, Cuatro poetas vascos, Cancionero popular carlista, El humor en la literatura vasca, San Sebastián y la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas ( 1965), Gastronomía Vasca. Editó y prologó la cuarta edición de la novela clásica vasca, Peru Abarca, de Juan Antonio Moguel, y tradujo al vascuence cuentos de escritores extranjeros, entre otros, de Selma Lagerlof y Molnar. Fue miembro de la comisión del Patronato de la Facultad de Derecho de San Sebastián, del Grupo Doctor Camino de Historia Donostiarra y del Grupo cultural Vicente Manterola.

    Un carlista auténtico y rocoso.

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  2. Un gran vasco y como tal, católico, español y profundamente antinacionalista.

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  3. En 1979, el pretendido "partido carlista" huguista, rebautizado cono EKA, presentó como candidato al congreso por Guipúzcoa, al izquierdista y futuro periodista afín al felipismo socialista, Carlos Carnicero, cosechando un rotundo fracaso electoral, con apenas 4.124 votos; muestra clara de ese abandono total del pueblo carlista y de la sociedad vasca a la deriva demagógica y antitradicional de Carlos Hugo. Otra hubiese sido la historia si se hubiese presentado un carlismo auténtico y tradicional, con hombres de la altura de Antonio Arrúe.

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