lunes, 19 de marzo de 2012

Las Españas contra la "Constitución"

"Voluntarios Realistas haciendo su entrada en Barcelona"

Con pródigo dispendio de fondos públicos se está conmemorando una visión manipulada y acrítica del golpe de Estado liberal que acabó imponiendo temporalmente una constitución escrita a la usanza liberal. Una conmemoración especialmente injusta para Cádiz, caprichosamente situada en el centro de los actos, como si el pueblo gaditano hubiese tenido hace dos siglos una especial querencia liberal. Por el contrario fue mayoritariamente contrario a los principios establecidos en esa constitución escrita, fruto de maniobras oscuras y torticeras de una minoría de liberales por completo ajenos a la milenaria ciudad. Mientras los españoles se batían en el campo de batalla contra la Revolución francesa representada por Napoleón, en la retaguardia los señoritos liberales luchaban a su manera por esa misma Revolución, improvisando unas falsas Cortes y una constitución espuria, proclamada ésta hoy hace doscientos años.

De Jesús Evaristo Casariego. La Verdad del Tradicionalismo

Los Tradicionalistas en las Cortes de Cádiz

"En un mes de septiembre se celebraron en España las primeras elecciones políticas bajo el signo liberal. Desconocíase hasta entonces en nuestra Patria tal sistema que tanto y tan hondamente se diferenciaba de las antiguas instituciones políticas de la Tradición gloriosa y fecunda.

El 17 de septiembre de 1810 tuvieron lugar los primeros comicios generales en Cádiz, ya que por correr a toda prisa, estar América muy lejos y ocupada casi toda la península por los franceses, se nombró a los diputados al buen tum-tum, entre los naturales de las distintas provincias que allí residían. Es decir, que el primer instrumento de la después tan cacareada "soberanía nacional" nació ya con un gravísimo pecado de origen, pues, fruto de las tertulias, podía representar a un amable grupo de amigos, pero de ningún modo a la "voluntad nacional", empeñada entonces, con motivo de la guerra, en menesteres más nobles que "politiquear" y "caciquear".

Contra ese primer abuso del instrumento revolucionario surgió la primera reacción política del tradicionalismo. Los tradicionalistas de la Regencia, para oponerse al poder de la futura Asamblea, que prometía peligrosamente ser innovadora y turbulenta, pidieron con muy buen acuerdo el restablecimiento del Consejo Real, que examinase las actas y paliase la acción de los diputados, aunque luego en la práctica, no resultase tal propósito, que fue arrollado por la ofensiva revolucionaria. Mas quede ahí, constatado en la Historia, ese primer acto, certero y profético, del tradicionalismo español.

El 24 de septiembre se abrieron las Cortes con gran pompa de músicas, desfiles, aplausos y los consiguientes discursos, ya que comenzaba una época de verborrea a todo chorro. Muñoz Torrero, catedrático y canónigo, amigo de los masones y enemigo de los frailes, pronunció un discurso rimbombante y retórico.

Las Cortes de Cádiz, consideradas por el liberalismo como lo mejor de la Historia contemporánea, fueron en realidad un areópago tumultuoso de emboscados y de pedantes. La mayoría de los diputados liberales eran jóvenes, en lo que ahora se llama edad militar, y prefirieron jugar a la revolución en Cádiz que "ir al frente"; ser "padres de la Patria" que soldados. Incluso hubo algunos, como el después tan famoso Alcalá Galiano, que siendo oficiales no se molestaron en sacar la espada. ¡Eran ellos, con sus fraques ceñidos y sus botas de vuelta "a la francesa" demasiado elegantes y demasiado "filósofos" para mezclarse en los campos de batalla con el buen pueblo, que Toreno (uno de ellos), había de llamar "singular demagogia, pordiosera, afrailada, supersticiosa y muy repugnante". Claro está, que en tanto los "legisladores" peroraban esa singular "demagogia", el pueblo realizaba gestas colosales, de altísima gloria épica, batiéndose contra Napoleón a los gritos de ¡Viva la Religión! ¡Viva el Rey!

A los afeminados señoritos del liberalismo gaditano los pintó muy bien un periódico titulado El Burlón, en el siguiente soneto:

"¿Quieres ser liberal? Ten entendido
que has de traer muy bien compuesto el pelo,
gran corbatín, y como el mismo cielo
de las lucientes botas el bruñido.
Con las damas serás muy atrevido;
habla de la "Nación" con grande celo
y por gozar placeres sin recelo
echa a la "Religión" luego en olvido.
Siempre "Constitución" y "Ciudadanos",
siempre la ley resonará en tu boca,
a los serviles llamarás villanos,
pancistas, pitacines, gente loca.
Y serás sin empeño ni cohecho
un gran liberalón hecho y derecho"

Mal podían esos diputados sabihondos y parlanchines representar a la heroica España. Como dice muy bien el maestro Menéndez y Pelayo: "Que sabían de nuestros tratadistas de Derecho político, ni menos de nuestras Cartas municipales y Cuadernos de Cortes? ¿En qué había de parecerse un diputado de 1810...a Alonso de Quintanilla o a Pedro López de Padilla o a cualquier otro de los que asentarón en el trono a la Reina Católica o negaron los subsidios a Carlos V?."

Pero en esas Cortes actuó un lucido grupo tradicionalista, compuesto por sacerdotes y hombres maduros. Los jóvenes realistas prefirieron hacer la guerra a trenzar retóricas. Y mientras el joven Galiano discurseaba en Cadiz, el joven Zumalacarregui se batía en Aragón. (Por cierto que Zumalacarregui, siendo teniente, tuvo que ir a Cádiz con otros oficiales a exigir que las Cortes se ocupasen más del Ejercito, que tenían abandonado.)

Entre los diputados tradicionalistas que llevaron la voz campante en la defensa de la España auténtica contra los principios importados de Francia, son dignos de recordar los asturianos Pedro Iguanzo (despues Cardenal-Primado) y don Alonso Cañedo, a los que se debe el artículo II de la Constitución, de sentido católico. Brillantísima y erudita fue la defensa que Iguanzo hizo de la Inquisición.

De estas Cortes ha dicho el gran historiador Gebhardt, con acierto insuperable: "Ellas, legisladoras de España, cuyos pueblos habían llevado el guión por la senda de las libertades; ellas, representantes de esta tierra tan rica en instituciones libres, en garantías para todas las clases del Estado, no pensaron en volver a las mismas los ojos, no para copiarlas, que eso habría sido imposible e irrealizable, sino para tomar modelo para las nuevas leyes con que habían de dotar a España. Despreciadoras de todo lo antiguo, sólo por serlo, esclavas del espíritu racionalista y ciegos enemigos de la Historia, no vieron que en la misma península existían gérmenes de sublimes Constituciones, y que en un extremo de ella, en los antiguos reinos de Aragón , se encontraba una completa que había muerto, no por los abusos ni el descrédito, sino por golpe airado de Felipe V; no supieron, ya que los aguijoneaba el deseo de buscar ejemplos extranjeros, introducir en su obra las máximas del Gobierno representativo, experimentadas con tanto éxito en la libre Inglaterra, sino que fieles a los principios que los animaba, fueron a buscar por modelo un Código abortado en la fiebre de una revolución descreída y desacreditada hacia tiempo por sus funestos resultados, que había llevado a Francia al despotismo napoleónico"

De esa misma opinión era Jovellanos, el cual, frente a la actuación de los de Cádiz, opinaba que en nuestros antiguos reinos se debían buscar los elementos para la Constitución de la Monarquía, sin copiar servilmente los de la Revolución francesa. En este sentido escribió el inmortal asturiano una Memoria admirable."

9 comentarios:

  1. La Constitución de Cádiz consagró el centralismo, desconoció el derecho foral de nuestras tradiciones e instituciones. Fue una constitución burguesa al servicio de la nueva casta liberal-afrancesada. Es una vergüenza su actual reivindicación.

    ResponderEliminar
  2. La constitución de Cádiz marca el inicio de todas las desgracias sobrevenidas a España durante los dos últimos siglos: disgregación y pérdida de los virreinatos americanos, cuatro guerras civiles para someter a un pueblo que se negaba a aceptar las innovaciones liberales, decenas de pronunciamientos militares, luchas a muerte entre los partidos, inestabilidad en los gobiernos, dos destronamientos, dos repúblicas, dos dictaduras, guerras coloniales, etc.

    ResponderEliminar
  3. La Constitución de Cádiz es en una palabra el primer intento sistemático de romper con la Tradición de las Españas, ya muy tocada por las políticas absolutistas y regalistas que debilitaban la Tradición. Destrucción de la sociedad orgánica, uniformación salvaje para inventar un Estado nacional burgués que implantará el liberal-capitalismo y la plutocracia en España, con terribles consecuencias en todo el siglo XIX y XX. La proletarización de las grandes masas, el desarraigo social, la burocracia del nuevo "leviatan" del Estado caciquil, creación del problema regional etc.
    Y todo ello de espaldas al pueblo y sobre la sangre del propio pueblo, con el soporte del militarismo y las bayonetas del ejercito infectado de masonería.
    Es decir destruir la España tradicional para inventar el Estado español al servicio del liberalismo.

    ResponderEliminar
  4. Matiner de la Terra Alta20 de marzo de 2012, 17:24

    Se inventó una "Nación española" que rompía con España, Las Españas históricas, reales y tradicionales; y con ello crearon el "problema de España" que arrastramos desde entonces. Celebrar esa Constitución es celebrar la historia de una decadencia, es un verdadero despropósito.
    El carlismo, no es otra cosa que la resistencia popular por restablecer la Tradición de las libertades reales de los pueblos frente a esa ruptura que ya se había iniciado con el absolutismo y la Ilustración.

    ResponderEliminar
  5. La clave, queridos amigos, es contemplar la "PEPA" como un verdadero "golpe de Estado" de unas minorías infectadas de liberalismo, que aprovechando la invasión francesa y el colapso del sistema corroído por el virus absolutista, implantaron en España las mismas ideas "revolucionarias" que el pueblo combatía con las armas por todos los rincones de la península.Se perdió una verdadera oportunidad de restablecer el Orden con base de las instituciones de las viejas libertades y los principios de la Tradición política de España. Un verdadero "Golpe de Estado" de unos traidores "europeístas".

    ResponderEliminar
  6. Temo que mientras, sin tregua
    Con los franceses luchamos
    Con esas cortes a España,
    me la estáis afrancesando.

    ¿Para qué esas libertades
    que nunca el pueblo ha buscado?
    Libertad siempre la hubo
    Para lo bueno y lo cristiano:
    Si quieren otra...es que quieren
    Libertad para lo malo.

    “Con Cádiz se acaba España, y con España Europa”

    Y que aprenda España entera
    Que la pobre Piconera
    Como van al mismo centro
    Royendo en su madera
    Los enemigos de dentro
    Cuando se van los de fuera
    Mientras que el pueblo se engaña
    Con un engaño marcial
    De la guerra y de la hazaña,
    Le está royendo la entraña
    Una traición criminal...
    ¡La Lola murió del mal
    del que está muriendo España!

    Jose Maria Peman (Las cortes de Cadiz)

    ResponderEliminar
  7. Carlista castellano viejo21 de marzo de 2012, 16:57

    La Monarquía tradicional tenía unas "garantías sociales". La existencia de tribunales locales, de la Mesta, de los Gremios, de la intervención pública y municipal sobre los precios y la economía dejaban muy patente que la monarquía hispánica intervenía sobre la economía. Los liberales y su burguesía financiera y capitalista lo que querían era hacer desaparecer la intervención del estado monárquico en la economía. Y esa fue una de los motivos de la voladura de la Tradición producida en la Constitución de Cádiz de 1812.

    ResponderEliminar
  8. Con La Pepa entro lo mas turbio de las instituciones francesa,A que tanta pandereta y festejos.A quien pretenden enrredar.un saludo.

    ResponderEliminar
  9. Otra clave es entender las motivaciones de la resistencia contra las tropas de Napoleón.

    No era una lucha contra "el francés" en cuanto tal, sino contra el enemigo de la Religión y del Rey. Menos de diez años después, en 1823, los "cien mil hijos de San Luis" cruzan España aclamados por la población para rescatar a Fernando VII. Los soldados franceses, muchos de los cuales habían luchando bajo Napoleón, han dejado constancia en su correspondencia de la sorpresa ante la facilidad y rapidez de esta campaña, cuando algunos esperaban una resistencia tan tenaz como la de 1808. En vez de ser recibidos a trabucazos eran recibidos con flores en muchas poblaciones.Prueba irrefutable de la verdadera naturaleza de la lucha del pueblo español.

    Naturalmente, los herederos de los diputados de Cádiz insisten en la visión nacionalista de la Guerra de la Independencia, pues solo así se puede creer que la resistencia española se debiera a la imposición extranjera de las doctrinas de la Revolución francesa, y no a las doctrinas mismas.

    ResponderEliminar