martes, 30 de agosto de 2011

Don Sixto Enrique de Borbón y Montejurra 1976

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Un nuevo documento gráfico de interés sobre Montejurra 1976. Las imágenes fueron tomadas en su día por uno de los carlistas que allí aclamaron a Don Sixto Enrique de Borbón como Abanderado de la Tradición.


Manifiesto de Irache. 2 de mayo de 1976. Don Sixto Enrique de Borbón.

A LOS CARLISTAS:

Hace cien años, el 28 de febrero de 1876, Carlos VII, vencido por la adversidad, pasaba la frontera española por Valcarlos, camino del destierro, con sus últimas tropas leales, pronunciando entonces el famoso “Volveré” que resume la tensión y la esperanza del Carlismo.

Palabra que él mismo recordó en su testamento político, glosándola en su pleno significado: “Si España es sanable, a ella volveré aunque haya muerto. Volveré con mis principios, únicos que pueden devolverle su grandeza; volveré con mi Bandera que no rendí jamás y que he tenido el honor y la dicha de conservaros sin una sola mancha, negándome a toda componenda, para que podáis tremolarla muy alto”.

Sesenta años después de aquel grito profético, a la voz de mi Padre, en nombre de Don Alfonso Carlos y en el suyo propio, volvió aquella Bandera con más de cien mil requetés que brindaron a España su máximo esfuerzo y aún su propia vida, bajo el ideal de lealtad y de fe, sin odios ni rencores personales.

Con esta conmemoración del “Volveré”, creo oportuno dirigirme por primera vez a los carlistas, porque es esta Bandera la que me he visto obligado a recoger ante el abandono de quien teniendo el deber de defenderla no lo ha hecho, al haberse apartado de los principios esenciales del Carlismo, fuera de los cuales nadie puede pretender ser carlista.

Principios que puntualizó Don Alfonso Carlos como fundamentos intangibles de la legitimidad española, de obligada observancia. Como constan en Real Decreto de 23 de enero de 1936.

Principios que yo profeso y que me honro en proclamar, convocándoos para que los defendáis, haciendo honor a la continuidad histórica y política de la Comunión Tradicionalista Carlista a la que tenemos, en conciencia, el grave deber de exaltar y revitalizar para el bien de España.

1º. Confesionalidad Católica

Proclamamos que la Religión Católica, Apostólica y Romana es base esencial de nuestros principios y lazo inconmovible entre todos los miembros de la Comunión; así como justificación suprema de los sacrificios pasados, presentes y futuros de todos nuestros leales.

2º. Constitución Orgánica de la Sociedad

Mantenemos la necesidad de una constitución orgánica de la sociedad, mediante la restauración y la autonomía de sus asociaciones y corporaciones naturales, como base de un justo orden social y de la libertad efectiva del hombre frente al Estado; la representación política de las Cortes a través de las sociedades infrasoberanas, no excluyendo la participación eventual en aquellas, y a su lado, de determinados grupos orgánicos de opinión pública, ya que como dijo mi augusto Padre en su declaración de 3 de octubre de 1966: “La opinión pública no es título de poder, pero sí es título de representación, por ser indispensable a toda sociedad sana para la alta orientación de la política nacional”.

3º. Defensa de los Fueros

Recordamos, ahora que tanto se habla de regionalismo y se le admite como indiscutible, que la primacía en su enunciación y defensa corresponde al Carlismo bajo la fórmula de los fueros que no son privilegios sino reconocimiento de una realidad viva, la más justa y respetuosa con las libertades concretas, y una de las premisas fundamentales de la sociedad orgánica.

Por esto el Carlismo respeta a todas las regiones que han sabido conservar su Tradición política y componen la base de la actual nacionalidad española; pueblos cuyos derechos deseamos ver confirmados mediante organismos con autonomía regional, auténticos y genuinos, en beneficio de la superior unidad española, que a todos pertenece y que integra un ideal de Patria, incompatible con cualquier veleidad separatista.

4º Proclamación del Principio Monárquico

Sustentamos el principio monárquico tal como siempre lo defendió la Comunión Tradicionalista, sin el cual el Carlismo carecería de sentido. Manifestación que conlleva antes de todo el compromiso de mantener y de garantizar el ideario de Dios, Patria y Fueros, quintaesencia de la Tradición política española y expresión del pacto entre el Rey y el Pueblo. Pacto que vincula tan estrechamente a las dos partes, que ninguna puede separarse del mismo sin caer en perjurio.

5º Vigencia Política de la Tradición Española

Enraizamos nuestros conceptos políticos en la Tradición española, Tradición incompatible con el sufragio universal concebido como única fuente de legitimidad política; Tradición, como siempre, combatida por las fuerzas cómplices del liberalismo y del socialismo.

Estos son los principios irrenunciables para el Carlismo y que han de condicionar siempre la actitud que pueda tomar la Comunión ante cualquier problema.

Además, quiero dejar constancia de manera expresa, que es consustancial al Carlismo su preocupación por la justicia social. Por ello la Comunión Tradicionalista Carlista, que incorporó en forma oficial y solemne a su programa la doctrina social católica en las Actas de Loredán, seguirá abogando, con la máxima energía, por una amplia transformación social dentro de los principios cristianos en que se inspira, sin temor a la quiebra de determinados intereses cuya legitimidad moral resulta discutible.

Finalmente, no quiero cerrar este manifiesto sin invitaros a reconstruir la unidad del Carlismo que todos añoramos y que trataron de destruir los que se aprovecharon de una lealtad personal para proyectarla en contra de la fidelidad a los principios.

Yo, por estricto deber de sangre, sin arrogarme derechos que no me corresponden, ni renunciar a los que pudieran recaer en mí, quiero mantener en alto la Bandera de la Tradición y unir a los carlistas para que, en un momento grave para España y para el mundo, puedan ofrecer una doctrina y una organización ajenas a cualquier materialismo, sea marxista o capitalista, basadas sobre todo en su raíz histórica.

En épocas como la pasada, cuando se ha perdido el norte, es natural que algunos, desorientados, hayan buscado el acomodo que su conciencia o las circunstancias parecían indicarle como aceptable.

A nadie culpo, a nadie reprocho y a todos llamo para que juntos procuremos una vez más, servir lealmente los altos intereses de nuestra Patria.

¡VIVA CRISTO REY! ¡VIVA ESPAÑA!

En Irache, el 2 de mayo de 1976.

2 comentarios:

  1. ¡Que emoción ver a un Príncipe tan apuesto rodeado de tan grandes leales ir a defender la Sagrada Montaña de la Tradición de las huestes impías y separatistas!

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  2. Que el sistema está encantado de ver a huguistas y carlistas peleándose es evidente, que las fuerzas de orden público actuaron pasivamente siguiendo órdenes, sin evitar el enfrentamiento, es evidente. Pero que Don Sixto y los carlistas acudieran a Montejurra siguiendo consignas y estrategias del sistema, es del todo falso. Que fuera un error es opinable, pero la historia del carlismo está llena de errores y eso no ilegitima a los que los cometieron como carlistas entre ellos los propios Reyes. Además eso no afecta a las intenciones y motivaciones. Yo creo que no fue un error, era necesario acudir, porque el intento de destruir el carlismo y falsear Montejurra era de tal calibre que no tiene parangón en toda la historia del carlismo. La operación contra el carlismo fue la pasividad de la Guardia Civil, y la posterior campaña de prensa para criminalizar a Don Sixto. Los carlistas que se negaron a acudir y que opinaron en contra eran en su mayoría exsivatistas y exoctavistas ajenos y al margen de la Comunión Tradicionalista y de Montejurra por lo cual es claro que no daban tanta importancia a lo que iba a suceder en Montejurra 76, ya estaban alejados hacía tiempo del Javierismo, eso lo explica en parte. Pero es que luego de las opiniones, en el carlismo decide la Autoridad, el Abanderado. Y sus motivaciones eran al servicio del carlismo, eso es evidente. Evitar la maniobra huguista y que se presentase Montejurra como símbolo de la Revolución y eso no es una anécdota. Montejurra 76 no destruyó el carlismo, lo hizo Carlos Hugo y mucho antes…y después ayudo la actitud de los que criminalizaron a Don Sixto, dejándose llevar por la campaña agresiva de la prensa liberal e izquierdista y adoptando de hecho las tesis de fondo de los huguistas. Montejurra 76 fue un enfrentamiento entre huguistas y carlistas que el Estado no evitó y del que sacó provecho político por la debilidad de muchos que no tuvieron las agallas de la firmeza de asumir las cosas como son. Don Sixto actuó con valentía, arrogo y decisión y los valientes que lo acompañaron en una situación extrema en Navarra, con ETA matando carlistas y una persecución agresiva total, demostraron una lealtad encomiable.

    Por último, la presencia de extranjeros, pocos, con Don Sixto no deja de ser una anécdota, y además lógica en el contexto geopolítico, su participación en los sucesos directos por otro lado no está atestiguada por nadie, salvo la de acompañar a Don Sixto, militantes anticomunistas atentos a una cuestión que afectaba a la lucha global entre Tradición y Revolución, y en una larga tradición de colaboración entre el carlismo y otras fueras contra revolucionarias, el caso de la OAS por ejemplo.

    Realmente pienso que no se podría haber hecho otra cosa, no se podía haber dejado Montejurra en manos de la extrema izquierda, eso no lo hubiese permitido ningún Rey de la historia carlista, ni de forma pasiva ni mirando hacia otro lado. Lo cierto es que se evitó la utilización del Monte, sólo la debilidad de muchos, la campaña difamatoria lanzada por el sistema y los desgraciados muertos que nadie quería, ni buscaba y que fueron y son utilizados hasta la mezquindad . Y sobre todo el daño ya hecho por Carlos Hugo de muchos años, impidió una total reorganización del carlismo, el destrozo de Carlos Hugo era ya en muchos aspectos irreparable, aun así Don Sixto Enrique salvó la continuidad del Carlismo, su honor…y para el futuro su reorganización.

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